Es necesario llegar a comprender que es un derecho de todos los ciudadanos.
El Ministerio de Educación, junto con el Ministerio de Cultura, en
días anteriores, ha propuesto la campaña para la lectura, denominada ‘Yo
leo’, y un plan nacional de lectura, como un proceso permanente,
estable y dinámico en el que se busca hacer comprender a la comunidad
educativa y a la sociedad la importancia de la lectura.
En esta campaña participarán organismos estatales como los
municipios, gobiernos provinciales, gobiernos parroquiales, las
organizaciones sociales (de la comunidad y el barrio), los centros
educativos, las entidades privadas y otras que persigan este gran
compromiso y responsabilidad en el Ecuador. ¿Qué debe hacer la familia,
el centro educativo, las autoridades para desarrollar el amor por la
lectura? ¿Cuántos libros leen los docentes al año? ¿Las autoridades
educativas son escogidas en base a la meritocracia donde se consideran
libros y publicaciones realizadas?
En el Ecuador se lee como promedio la mitad de un libro por año.
Dato originado en las investigaciones y estadísticas sobre lectura, del
Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el
Caribe, Cerlalc (organismo intergubernamental de la UNESCO).
Según Falconí (2017), estamos familiarizados con la idea de que la
lectura es una actividad normal cuando somos estudiantes. Necesitamos
leer para aprender. La mayor parte de la población que ha asistido a
establecimientos educativos (desde la escuela primaria) sabe que es así y
está familiarizada con esta actividad. Allí aprendimos a leer y a
escribir. Sin embargo, el hábito de leer no depende solo de la escuela,
no es solo responsabilidad de un centro educativo, sino también de la
familia.
Es importante llegar a comprender que la lectura es un derecho de
todos los ciudadanos; un derecho que se inicia desde la infancia. Nos
empieza a gustar la lectura cuando nuestros padres empiezan a leernos
cuentos (no solo cuando vamos a dormir); nos pueden leer cuentos a
cualquier hora, cuando estemos muy despiertos. Es muy importante que los
padres y madres den un buen ejemplo a sus hijos: leyendo, aunque
tengamos ahora poderosos distractores en la familia: el celular, el
internet y la televisión. Debemos comprender que la lectura es un
proceso de formación integral de la ciudadanía (no es una actividad
aislada), pues tiene que ver con la formación de nuestros valores. La
lectura nos ayuda a convertirnos en mejores seres humanos, a ser más
sensibles e inteligentes, lo cual influye de manera directa en el
mejoramiento de nuestra calidad de vida, en nuestro desarrollo humano.
Si somos mejores seres humanos, somos mejores ciudadanos, mejores
vecinos, mejores amigos. La lectura nos hace compartir cosas entre la
familia y la comunidad.
Parece interesante lo dicho anteriormente, pero debemos ir más allá
fortaleciendo las bibliotecas de los centros educativos y la comunidad,
designando a los rectores de las instituciones por las publicaciones
realizadas, incentivando a los docentes a leer y escribir, haciendo de
la lectura una práctica diaria en el aula no impuesta, sino deseada.
Hay que despertar la curiosidad intelectual a través de nuevas
estrategias intelectuales que le permitan al estudiante indagar y por
ende leer ¿Cuál es la receta, entonces? No lo sé exactamente. Sólo sé
que hay que proponernos contagiar esta pasión, inculcarla diaria, asidua
y pacientemente pero sin poses intelectuales de vanidad, dejando a un
lado bonitos letreros como el rincón de lectura, el plan lector...
Debemos pasar a la acción a través del contagio lector a los niños y
jóvenes, en casa y en el centro escolar pero con entusiasmo, con
deleite, con fervor, para que descubran toda la riqueza valorativa que
encierra el texto; y, ante todo, que logren experimentar el goce lector
que el profesor o padre de familia siente al trasmitirles su lectura.
Ya lo decía Cervantes: "El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe
mucho". (RERO)